Salida a Bohí

  • 15 de octubre de 2022

Después de dos años sin poder realizar esta actividad por las restricciones de la pandemia hemos podido recuperar la salida anual en la que durante tres días disfrutamos del románico menos próximo para nosotros, y volvemos a encontrarnos entre amigos.
El viaje de este año ha tenido como destino los Pirineos leridanos y oscenses, de Val de Boí y el río Isábena. Románico de altura, podríamos decir, con aire lombardo, norteño y, por eso, según dicen en Italia, más puro. En cualquier caso, un románico que se construyó y se mantuvo protegido de las incursiones enemigas por su difícil acceso. El viaje en autobús se nos hace largo, pero merece la pena.
La corte carolingia nombró barones y condes para fortalecer la marca hispánica, barrera de su propia protección. Estos crearon un espacio defensivo y, sobre todo, económico y social peculiar que se refleja en el arte. Las iglesias y monasterios se construyen dotados de unas torres bien altas, interesantes para observar y ser vistos y oídos, como si fueran una red de antenas de cobertura de los siglos XI y XII. Fueron construidos en estilo lombardo, es decir, con sillares pequeños y muy ma-nejables, con una articulación de muros exteriores muy rítmica y elegante, con arquillos y lesenas, pilares circulares y, en un buen número de casos, cubiertas de madera. Para compensar la absoluta sobriedad de este estilo constructivo, enseguida fueron decorados con pinturas murales de aire visi-gótico y temas bizantinos, con colores vivos y bandas cromáticas horizontales sobre las que colocan a los personajes. Después se les añadió el dramatismo de los descendimientos de madera.
Estas pueden ser las características singulares de lo que hemos ido a ver en este viaje cuyo recorrido comentaremos.

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